La desconexión entre los objetivos del gobierno y las recomendaciones científicas sobre el cambio climático

La ministra de Ciencia e Innovación escribió recientemente, en un diario nacional, que las recomendaciones científicas son esenciales para el bienestar de la sociedad, ya que están basadas en años de investigación y objetividad. Y que dichas recomendaciones están diseñadas para mejorar y cuidar la vida de todas las personas, así como para proteger nuestro entorno y asegurar un futuro sostenible. Y concluyó diciendo que legislar en contra de las recomendaciones científicas es un lujo que ninguna sociedad democrática se pueda permitir. Opinión y conclusión que comparto plenamente.

Es alarmante, sin embargo, que el gobierno haya legislado sobre el cambio climático en abierta contradicción con la convicción expresada por su ministra de Ciencia e Innovación, que es de suponer comparten todos sus miembros. Y así, en vez de adoptar medidas más ambiciosas en relación con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en línea con las recomendaciones de la comunidad científica y muy por debajo del mínimo del 55% establecido por la UE, haya aprobado una ley de cambio climático que establece un objetivo de reducción de emisiones del 23%.

Esta forma de hacer política, de predicar y no dar trigo, salvando las distancias, es comparable a la que está llevando a cabo la Junta de Andalucía con el intento de regularización de los pozos ilegales en Doñana. Ambas desconocen las recomendaciones de los científicos. Unas poniendo en riesgo el futuro de la sociedad, otras el futuro del Parque Nacional y el de los habitantes de la zona. A pesar del uso y abuso de la palabra sostenibilidad que ambos gobiernos hacen.

Otro ejemplo de esta hipocresía que denuncio es lo que ha ocurrido y continúa ocurriendo con el hotel El Algarrobico que, tras 20 años de pleitos y 43 sentencias condenatorias, continúa sin demolerse.

Ante esta actuación climática, incoherente y cínica del gobierno, es explicable que activistas medioambientales estén llevando a cabo acciones disruptivas y que muchos científicos se hayan lanzado a la desobediencia civil. A pesar de que algunos medios las hayan calificado, traspasando todos los límites de la libertad de expresión, de terrorismo ecológico. Aunque estas acciones pueden parecer extremas, solo son una forma de protesta que manifiesta la preocupación y angustia ante el futuro caótico que se nos viene encima, debido a la falta de ambición en la política climática que están desarrollando nuestros gobiernos.

Ante afirmaciones tan desmedidas de algunos medios es importante recordar que el calentamiento global está poniendo en riesgo el futuro de la sociedad y requiere medidas urgentes y efectivas que no se están adoptando. Medidas que no son el capricho de unos radicales locos -cuyas armas son la resistencia no violenta y el agua con acuarela- sino que están siendo reclamadas por la comunidad científica y la ONU desde hace años sin ningún éxito. Y, lo que es peor, para cuya adopción se está cerrando la ventana de oportunidad.

Ante el incumplimiento de las recomendaciones científicas por parte del gobierno, los activistas medioambientales y los científicos están haciendo todo lo posible para llamar la atención de la sociedad sobre la gravedad de la situación. Y de ser el detonante que movilice a la sociedad. Con sus acciones reclaman a los líderes políticos y económicos una actuación que evite que continuemos transitando la tenebrosa senda de la inacción climática.

Es hora, por tanto, que el gobierno supere la etapa de desconexión entre la insuficiencia de la acción climática y las recomendaciones científicas sobre el calentamiento global. Es hora que desde el gobierno y desde la economía se sigan las recomendaciones científicas y se adopten políticas y medidas efectivas para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero que preserven nuestra sociedad y nuestro entorno natural. El tiempo apremia y el gobierno no puede seguir no teniendo en cuenta las recomendaciones de la ciencia y la sociedad no puede permitirse el lujo de seguir no exigiendo a los líderes políticos y económicos que actúen con la decisión, rapidez y radicalidad que es necesaria.

Por ello, es el momento de que la ciudadanía, masivamente, no ignore ni la incoherencia cínica de quienes dicen una cosa y hacen otra, ni la inacción climática de los líderes políticos y económicos.

Es el momento en el que la ciudadanía haga valer el significado de lo que es vivir en democracia, exija la cooperación entre las diferentes instancias de poder, tanto político como económico, y rechace otorgar su apoyo a toda organización política que no secunde el programa de reducción de emisiones que reclama la comunidad científica y apoyo económico a las empresas que no se alineen con estos objetivos. Nuestro futuro depende de ello.

Hagamos valer nuestra voz y el poder que la democracia nos otorga.

Francisco Soler

Co-Portavoz

Cambia-Partido del Clima

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