Olas de calor desenfrenadas, el precio de nuestra pasividad climática

En un contexto, donde las evidencias científicas se acumulan día a día y los efectos del cambio climático se notan en nuestro día a día,. Esto hace imperativo no solo mantener el rumbo de la transición ecológica, sino también aumentar su velocidad y ambición. Olas de calor desenfrenadas, son el precio de nuestra pasividad climática.

Las pruebas científicas son claras y contundentes: el cambio climático es una realidad y sus consecuencias ya están aquí. El derretimiento de los glaciares, el aumento del nivel del mar, los fenómenos climáticos extremos y la pérdida acelerada de biodiversidad son solo algunas de las manifestaciones de este problema global. Ante esta situación, no podemos permitirnos una actitud pasiva o complaciente.

Es crucial mantener el rumbo de la transición ecológica, es decir, seguir avanzando hacia una economía y una sociedad más sostenibles. Sin embargo, la manera en cómo se está haciendo no es suficiente. Necesitamos incrementar la velocidad y la ambición de nuestras acciones.  2040 ya es tarde. Y el 55% de reducción de emisiones insuficiente para no sobrepasar los 1,5ºC. El tiempo apremia y debemos actuar con determinación y valentía para mitigar los impactos del cambio climático y preservar nuestro planeta para las futuras generaciones. El Green Deal europeo proyectado se queda corto. Necesitamos otro enfoque que no es la eliminación de Consellerías de Medio Ambiente en algunas Comunidades Autónomas que está haciendo la derecha. O propuestas como la de la extrema derecha de eliminación de la Agencia Española de Meteorología.

La insuficiencia de la acción climática, sin embargo, es un grave error que pone en riesgo todo. El hecho de no tomar medidas contundentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y frenar el calentamiento global ha llevado a un aumento alarmante de los fenómenos climáticos extremos, la pérdida acelerada de biodiversidad y el deterioro de los ecosistemas. En estos días sufrimos la segunda ola de calor del verano con temperaturas previstas de hasta 45ºC. Y el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio prevé una máxima de 48,2 grados en el país. Máxima histórica. Pocos días antes hemos visto las inundaciones en Cataluña y otros puntos de España.

La falta de acción climática ni se queda solo en las incomodidades y pérdidas económicas que puedan producir estos fenómenos. También perpetúa la desigualdad, ya que son las comunidades y las personas más vulnerables quienes sufren en mayor medida los impactos del calentamiento global.

El precio de nuestra pasividad climática se manifiesta también de otra manera. La Casa Blanca ha abierto la posibilidad de estudiar el envío de productos químicos a la atmósfera con el fin de reflejar la luz solar lejos del planeta. Esta idea, conocida como geoingeniería solar, plantea grandes interrogantes éticas y científicas.

Y la Comisión Europea en un «comunicado conjunto» fechado el 28 de junio y dirigido a la Eurocámara y al Consejo, Bruselas dice a las dos instituciones legislativas que «apoyará los esfuerzos internacionales para evaluar exhaustivamente los riesgos e incertidumbres» de estas técnicas -con mención especial al bloqueo de la radiación solar- y que «promoverá debates sobre un posible marco internacional para su gobernanza».

La urgencia y la gravedad del cambio climático no deben llevarnos a buscar soluciones desesperadas que podrían tener consecuencias no deseadas. Si bien algunos defensores de esta propuesta argumentan que podría ser una medida para contrarrestar rápidamente los efectos del cambio climático, muchos científicos y expertos han expresado su preocupación. Intervenir en la atmósfera de esta manera conlleva riesgos y consecuencias imprevistas. Además, centrarse únicamente en la geoingeniería solar podría desviar la atención y los recursos de las soluciones más fundamentales y sostenibles: como la reducción del consumo de energía neto y materiales.

Si se plantea que la tecnología va a salvar lo que tenemos estamos diciendo que vamos a inventar lo que necesitamos, justo en el momento en el que lo necesitamos y que además va a ser económicamente rentable y que vamos a poder expandirlo por todo el planeta a una velocidad de vértigo. Esto no es un científico, es pensamiento mágico. No nos engañemos. Los seres humanos somos falibles. Y la ciencia y la tecnología, apéndices humanos, no son omniscientes y omnipotentes. 

En lugar de confiar en soluciones tecnológicas rápidas, pero potencialmente arriesgadas, es crucial mantener el enfoque en la transición ecológica integral. La solución transitar del fosilismo vigente, a la reducción del consumo y gestión comunitaria de la energía, renovable pero no “hipertecnológica”, distanciándonos de los elogios al Green New Deal; de la agricultura industrializada, a la agroecología y disminución del consumo de carne; de la destrucción ecológica, a más rewilding o resilvestración de los territorios; del turismo que viene por avión, al turismo de proximidad, no todo el turismo tiene el mismo impacto ambiental; con la construcción pasa lo mismo, no hace falta la construcción masiva de nuevas casas, pero sí acondicionar muchas de las existentes.

Esta solución significa que debemos ordenar la economía y acomodarla a la carga que el planeta puede soportar. Algunos sectores tienen que reducirse porque están absolutamente sobredimensionados (petróleo, gas, minería, publicidad, turismo de masas, la aviación privada, la agricultura industrial, etc.) y otros pueden crecer (sectores públicos críticos, energías limpias, educación, salud, cuidados, etc.) y a partir de ahí se crearán nuevos nichos de actividad económica y empleo. Ello necesariamente implica la reconfiguración de nuestras formas de vida. La destrucción de empleos en sectores concretos es inevitable. Y eso va a ocurrir lo pongamos en marcha de manera más o menos ordenada o lo hagamos de forma caótica.

Si no queremos pagar el precio de nuestra pasividad climática debemos aprovechar la oportunidad única para construir una sociedad más inclusiva. La transición hacia un modelo económico y social sostenible requiere de la participación y el compromiso de todos los actores sociales. Es una oportunidad para repensar nuestras estructuras y sistemas, fomentando la equidad y la justicia, y garantizando que nadie se quede atrás en este proceso de transformación.

Todo esto está detrás de esta ola de calor.

Francisco Soler

Coportavoz

Cambia-Partido del Clima

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