Vivimos en una época en la que estamos constantemente expuestos a imágenes, logros y vidas aparentemente perfectas a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Estas referencias externas, muchas veces idealizadas y cuidadosamente seleccionadas y editadas, pueden deformar nuestra percepción de la realidad que vivimos. Esta percepción distorsionada se conoce como síndrome de las referencias cambiantes. Y adquiere una dimensión aún más relevante en el contexto del calentamiento global y la conservación del medio ambiente, ya que puede generar una percepción falseada de la realidad y dificultar la comprensión y acción frente a este desafío global.
En un mundo en el que se promueve una imagen idealizada de la naturaleza sin considerar las consecuencias del cambio climático. Donde se plantea que la solución al mismo es el crecimiento verde y sostenible. Es crucial reconocer la importancia de abordar esta ilusión de manera urgente y efectiva. Las imágenes idílicas de paisajes intactos y exuberantes, junto con la narrativa de una transición energética diseñada que nos asegura que es posible mantener nuestro estilo de vida actual y tener un mundo limpio y perfecto, ocultan los impactos reales del cambio climático y la necesidad de realizar cambios radicales que la comunidad científica demanda. De nada servirá, por ejemplo, el reverdecimiento de las ciudades, si seguimos produciendo y consumiendo al mismo ritmo que ahora.
Esta narrativa e imágenes refuerzan la idea de que el crecimiento verde es posible, pero esta idea es falsa. Y nos desconecta de una realidad donde se suceden fenómenos meteorológicos y climáticos destructivos, sumiéndonos en una ilusión similar a la de la película «Matrix». Es una forma de negacionismo encubierto.
El síndrome de las referencias cambiantes en relación con el cambio climático nos ha instalado, de esta manera, en un estado de complacencia y de falta de acción. Subestimamos la necesidad de tomar las medidas necesarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero porque nuestras referencias (imágenes y narrativas) no reflejan adecuadamente la urgencia y la magnitud de la crisis climática.
Pensamos que la técnica, de manera milagrosa, evitará el desastre y que podremos continuar con nuestro modo de vida como hasta ahora. Y en este caso, la expresión ‘cada generación resuelve los problemas de su tiempo’ no sirve. Al contrario, refuerza el conformismo y el fatalismo. Y traspasa el problema que hemos creado y nos toca resolver a los que vienen de detrás nuestra.
Para salir de este círculo vicioso, es imperativo desarrollar una comprensión más profunda y realista del cambio climático. Despertar del laberinto de ilusiones y consumismo desenfrenado en el que nos hallamos. Aceptar que la solución pasa por reducir la producción y consumo de energía y materiales. Admitir que, en lugar de perseguir la acumulación de bienes materiales, debemos priorizar la calidad sobre la cantidad y valorar las experiencias, los lazos comunitarios y la preservación del medio ambiente. Y apostar por soluciones basadas en la premisa de que menos, es más.
Para lograrlo, es fundamental que el poder político, los agentes económicos y los medios de comunicación informen de manera adecuada y sin reservas sobre las consecuencias económicas, sociales y ambientales de rebasar los objetivos del Acuerdo de París. Asimismo, la ciudadanía debe informarse de las evidencias de las que la comunidad científica nos está alertando. Mantenerse al tanto de los impactos actuales y proyectados del cambio climático. Reconocer la responsabilidad individual y colectiva de tomar medidas para mitigar y adaptarse el calentamiento global. Y exigir la adopción de las medidas de protección que resulten necesarias para que en esta transición nadie quede atrás.
Un enfoque útil para abordar el cambio climático de manera realista es considerarlo como una montaña que debemos escalar. Que no debemos perder tiempo admirando las vistas panorámicas en las etapas iniciales o imaginando transiciones energéticas de cuento de hadas. Sino, centrarnos en los desafíos y obstáculos que encontraremos a medida que ascendemos y reconocer que el camino va a ser arduo. Y promover los testimonios que destaquen los esfuerzos y las soluciones que se están implementando, que pueden servir como modelos a seguir y motivar a otros a tomar acciones concretas para enfrentar adecuadamente la crisis climática.
Solo así podremos tomar las decisiones correctas para preservar nuestra sociedad y protegerla de las devastadoras consecuencias del calentamiento global. Si trabajamos juntos, podemos construir un futuro viable y legar un hogar a las generaciones venideras.
Francisco Soler
Coportavoz
Cambia-Partido del Clima